Es muy importante que los perros y gatos que conviven  tan estrechamente con nosotros estén libres de parásitos internos, ya que estos representan un verdadero peligro para la salud. Mucho más si en la casa hay chicos.

Las larvas de los parásitos pueden penetrar en una persona  por la boca o incluso a través de la piel y provocar microlesiones en diversos órganos.

El camino a seguir es efectuar un análisis coproparasitológico, juntando por lo menos tres pequeñas muestras de tres deposiciones distintas, en formol al 5 %, para que luego de procesar la muestra se busque en ella mediante un microscopio, los huevos de los parásitos, que son característicos de cada especie.

Los cachorros pueden comenzar a desparasitarse a partir del primer mes de vida, o incluso antes si es necesario. Es muy importante que la desparasitación este indicada por un Veterinario, ya que las drogas que contienen los antiparasitarios  suelen tener un pequeño margen terapéutico, y es muy fácil llegar a intoxicarlos.   Por otra parte, cuando un cachorro está muy parasitado se puede llegar a observar a simple vista los gusanos en la materia fecal, y llegan incluso a vomitarlos, por lo cual es muy importante que la desparasitación sea gradual, comenzando con dosis inferiores a la mitad de la dosis total correspondiente, para matar los parásitos poco a poco, ya que si mueren en gran cantidad en el intestino de los animales, los parásitos pierden su capacidad de defenderse de los jugos digestivos y puede llegarse a producir una verdadera intoxicación al digerirlos. También es posible que se haga un ovillo de parásitos muertos, provocando una obstrucción intestinal, o que se produzca un cuadro de diarrea.

De todas maneras, que no se vean parásitos en la materia fecal, no quiere decir  que nuestra mascota esté libre de ellos, ya que la mayoría son muy pequeños e incluso microscópicos, y hay que utilizar técnicas especiales para poder observarlos.

En los perros y gatos adultos, es conveniente desparasitar cada seis meses o una vez por año.