En el momento de comprar un perro nos enfrentamos a una gran duda: ¿qué carácter tendrá mi futura mascota? ¿Será amigable con los integrantes de mi familia? etc., etc. etc. ......
La raza puede proporcionarte algunas pistas acerca de cómo se comportará el cachorro una vez sea adulto.
Los perros se desarrollan en manadas. Para ellos, la sociedad canina a la que pertenecen les imprime modelos de conducta y formas de actuar determinadas. Al llevarnos un cachorro a casa, los roles cambian, nosotros pasamos a ser su nueva familia.
Hay que tener siempre bien claro que no es bueno “humanizar” la relación con nuestro perro. Tenemos que tratar de entender y manejarnos con sus códigos sociales para que pueda entendernos con facilidad.
Nunca debemos olvidar que lo principal es que el perro sepa desde el comienzo quién es su dueño. No hay nada mejor para el desarrollo de una feliz convivencia que éste sepa desde el primer instante quién lleva la voz cantante dentro de la 'manada' en la que ha sido adoptado.
La autoridad puede encontrar obstáculos en la personalidad y en el carácter del perro, por eso es vital que sigas unas pautas establecidas y que no cometas errores. Cualquier paso en falso confundirá a tu animal de compañía. Todo depende, si es dominante o dócil, tendremos entoces más o menos trabajo para educarlo.
Se debe encontrar un punto de equilibrio entre el castigo y el premio. No conviene actuar como dictadores pero tampoco se puede ser absolutamente condescendiente con todos sus caprichos.
Los perros dóciles y sumisos exigen pocos esfuerzos, pero un perro con genes dominantes debe aprender a respetarte dentro de los límites que tenés que marcar.
Puede suceder que por ignorancia, pasividad o apatía, nuestra mascota concluya que el poder no existe. Por lógica asociación, será el perro el que asuma el papel de líder dentro de la casa y no podemos dejar que esta situación tenga lugar.
Un consejo práctico para evaluar la personalidad de un cachorro cuando llega al hogar es tomarlo por el pliegue del cuello y “colgarlo en el aire”. Esta maniobra es realizada por la madre del cachorro para protegerlo o transportarlo, se pude ver en una pelea entre hermanos de una camada o en adultos, y va a marcar “quien manda”. Un perro dominante comenzará a gritar e intentará mordernos; uno dócil se quedará paralizado e intentara darnos besos. Esto no le genera al animal ningún trauma físico, sino mental, ya que debe aceptar que somos sus dueños.
Cuando hagan algo inadecuado debemos reprenderlo con un ¡NO! en tono seguro y firme, para que lo identifique claramente y sepa que ha hecho algo mal.
Nunca debemos permitirle que gruña o intente mordernos, tenemos aquí el límite para una buena convivencia.
Nuestro perro vivirá con nosotros entre 10 y 15 años, de nosotros depende que esta sea una convivencia feliz para ambos.
Dr. Miguel Onofrio Longo
Médico Veterinario
Especialista en Homeopatía
M.N. 5841 R.M. 1071
Centro Asistencial Veterinario de Flores
Av. Carabobo 523
(1406) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina