El 6 de agosto de 1883 se iniciaron los cursos en el Instituto Agronómico Veterinario de Santa Catalina, provincia de Buenos Aires - Argentina. Fue la primera escuela de estudios superiores de veterinaria del país. Para 1890 se trasladó a la ciudad de La Plata pero ya funcionando como Facultad de Agronomía y Veterinaria.
Durante años se celebró la fecha como recordatorio de la iniciación de la carrera en el país y como tal se la consideró por muchos como día del veterinario. No obstante, varios fueron los intentos de establecer otro día pues el 6 de agosto también era compartido por los agrónomos que tenían el mismo motivo para su celebración. Sin embargo, en 1983 y mediante un decreto ley del gobierno nacional se estableció el 6 de agosto como día del veterinario argentino.
La celebración de la profesión veterinaria en un día especial hace a la tradición, usos y costumbres de cada país. Pese a que hubo y hay bien intencionados proyectos para unificar estas fechas en un día mundial, el respeto hacia la historia de las ciencias veterinarias de cada nación sólo se verifica mediante la evocación de la propia gesta.
Día del Veterinario en Argentina |
6 de agosto |
Día del Veterinario en Brasil |
9 de septiembre |
Día del Veterinario en Chile |
7 de octubre |
Día del Veterinario en Colombia |
10 de mayo |
Día del Veterinario en España |
4 de octubre |
Día del Veterinario en México |
17 de agosto |
Día del Veterinario en Paraguay |
12 de agosto |
Día del Veterinario en Perú |
8 de julio |
Día del Veterinario en Uruguay |
23 de noviembre |
Día del Veterinario en Venezuela |
21 de julio |
Hoy los veterinarios de todo el país celebran su día. El 6 de agosto fue instaurado como fecha para reconocer la labor de esos profesionales, debido a que en ese día de 1883 se recuerda la primera promoción de estudiantes veterinarios y agrónomos en la Argentina, egresados del Instituto Santa Catalina, ubicado en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora.
Entonces, se recibieron tan sólo los tres alumnos que se habían inscripto, de apellido Chevalier, Agote y Martínez.
En esa época, los veterinarios en todo el territorio nacional (diplomados en el extranjero) no pasaban la treintena. Hoy la situación es muy diferente. Son más de 15.000 los profesionales que ejercen en el país y miles de jóvenes quieren ingresar a la carrera.
Inclusive, la ciudad de Buenos Aires acaba de designar una calle con el nombre de un veterinario, ya que no había ninguna arteria que que homenajeara a un hombre de esta profesión.
Se denominó “Dr. Joaquín Zabala” a la calle que se encuentra frente a la Facultad de Ciencias Veterinarias y paralela a la Avenida Warnes y que se extiende entre la avenida Chorroarín y la avenida de los Constituyentes. Joaquín Zabala -considerado el padre de los veterinarios argentinos- fue el único veterinario argentino que integró el cuerpo de profesores en los primeros años del Instituto Santa Catalina. Los adversarios políticos de la época se quejaban de que se había malgastado los fondos del erario público en crear una escuela para formar veterinarios. Su primer rector fue el químico y médico Pedro N. Arata, exponente intelectual de la generación del 80. Gran parte del plantel docente fue contratado en Europa.