La Homeopatía se basa en cuatro principios fundamentales, que indefectiblemente deben cumplirse en su totalidad.

El primero es la ley de la semejanza, una ley natural formulada por Hipócrates que dice que toda sustancia puede curar lo mismo que provoca. Un ejemplo característico que pone en evidencia esta ley, es el siguiente: un cuadro alérgico que cursa con estornudos, picazón de garganta y ojos, secreción nasal y ocular acuosas, presenta los mismos síntomas que ocurren cuando pelamos una cebolla. Aplicando esta ley no es casualidad que se utilice la cebolla (Allium cepa) preparada según la técnica homeopática para curar algunos de estos procesos.

El segundo principio es la experimentación en el hombre sano, siendo Hahnemann un pionero en esta técnica administró diversas sustancias a personas sanas. Estos son los estudios a los que los Homeópatas denominamos “patogenesias”. Es importante aclarar que uno de los requisitos ineludibles para que un medicamento sea homeopático es que posea  su correspondiente patogenesia, que consiste en un profundo estudio, que nos aporta información sobre los síntomas a tener en cuenta para prescribir dicho medicamento. Las patogenesias han sido desarrolladas por Homeópatas de gran trayectoria y prestigio, y en posteriores repeticiones reconocidos Médicos contemporáneos confirmaron las observaciones de esos grandes maestros.

El tercer principio es el uso de dosis infinitesimales, por el cual la sustancia a administrar se diluye y agita (dinamización y potenciación) varias veces para atenuar sus efectos tóxicos y darle así un gran poder para estimular los mecanismos curativos del propio organismo.

El cuarto y último principio indica el uso de una sola sustancia por vez, es decir administrar un solo medicamento por vez. Cuando se mezclan varios medicamentos homeopáticos (complejismo) no tenemos forma de saber  cómo actúa semejante cóctel, y si el paciente llegara a mejorar, tampoco hay forma de saber ante qué medicamento reaccionó.  De manera que debemos tener bien presente que cuando no administramos un solo medicamento por vez, no estamos ejerciendo la verdadera Homeopatía.

Una diferencia fundamental de la Homeopatía con respecto a la medicina tradicional es la interpretación de los conceptos de salud y de enfermedad. Para la Homeopatía la salud es el equilibrio de la fuerza vital, que nos mantiene en una armonía psico-somático-ambiental. La enfermedad se produce ante la ruptura de ese equilibrio, dando como respuesta los síntomas, que son la expresión natural del intento de curación del organismo. Aclararemos entonces que la enfermedad es la respuesta del organismo ante una agresión.

El medicamento homeopático actúa potenciando  y reorientando la reacción de la fuerza vital, llevándola al equilibrio y logrando así la verdadera curación.

El concepto de Fuerza Vital es muy importante en Homeopatía, porque implica que la naturaleza de la energía de cada una de las células del individuo es dinámica. Si esta se “mueve”  hacia el desequilibrio se presenta entonces la enfermedad, y solamente es posible equilibrarla con otra energía (medicamento homeopático) sin oponerse a ella.






     

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