por Dr.Ricardo Alvarez

El lobo feroz.

Desde los tiempos que descansan ordenadamente depositados en el ático de la Historia, el hombre ha tenido la imperiosa necesidad de conocer primero y reconocer después, aquélla maravillosa y diversa multitud de circunstancias y elementos que la Naturaleza le brindaba para protegerse, saciar su sed o calmarle el hambre.

De la misma manera y casi simultáneamente, se vio obligado también a discernir entre ellas, algunas que lo ayudaran a conservar su salud o a recuperarla en caso de haberla perdido.

Esta particular circunstancia dio lugar a que durante miles de años, y en los mas diversos lugares del Orbe, se constituyese en un angustiado y desvalido experimentador, de quién dependería no solo su propio bienestar o sacrificio, sino que esta encrucijada también llevaría implícita, de acuerdo al resultado, una invalorable experiencia para todos los demás. Vale decir que el hombre común, y no solo el docto, siempre procuró encontrar en este sentido, algún elemento aliado en su entorno, tanto vegetal como animal que tuviera para reconocerlo como tal, alguna semejanza o viso de analogía con sus propias deficiencias, anomalías, o carencias corporales.

Por lo tanto, el gran misterio de la teoría de las Signaturas, antiquísima hipótesis empírica de observación, radicó en descubrir las señales que Dios o la Naturaleza, depositara esencialmente sobre las plantas “.. para abrir camino al hombre en su afán de procurarse remedios para curar sus enfermedades....”; decir entonces, las plantas y sus secretos equivalía también a decir las plantas y sus virtudes. Así, nos encontramos con algunas denominadas “signíferas”, es decir portadoras de alguna señal o emblema que podrían llegar a sugerir alguno de sus secretos, o virtudes.

Estos sutiles caracteres estarían cifrados y revelados por la forma, tanto de la raíz, el tronco o las hojas; el color de sus flores o de la planta entera, su manera de vivir o desarrollarse, o por los lugares, a veces inhóspitos, en que se crían y crecen.

Así por ejemplo, el Polypodium Vulgare, o Serratio o Fronde de polipodio fue más conocido en algunas regiones como “Hierba de la pigota” (viruela) porque en el envés de la hoja se observa claramente el “sembrado” de esporangios, similares al aspecto que ofrecen las pústulas variolosas; de allí que esta planta fuera asimilada como un excelente remedio para esa enfermedad, o el Trifolium pratense o Hierba de la desfeta , palabra utilizada en ciertas regiones de España, como Cataluña, para designar la catarata ocular, pues la hoja contiene tres partes o foliolos de distintos tonos, los que configurarían la imagen de una catarata hídrica. Su indicación terapéutica precisa, era entonces la opacidad del cristalino.

Los frutos del “Echium Vulgare” son muy parecidos a una cabeza de víbora, de ahí el nombre común de “vivorera”. El mismo Dioscórides, médico griego que viviera en el siglo I describía con estos términos la insignia de la planta: “..Muéstranse entre sus hojas unas flores purpúreas, y en ellas, cierta simiente semejante a una cabeza de víbora. Su raíz es algo negra, y más delgada que el dedo. La cual, no solamente sana la mordedura de las serpientes, bebidas con vino, empero tiene también tal fuerza que las personas que la hubieran bebido no pueden ser mordidos; y la mesma virtud poseen la simiente y las hojas.....” Echis, en griego significa serpiente, vale decir que desde entonces...

Desde la más remota antigüedad, trascendió el nombre que en la cuenca del Mar Mediterráneo se le dió a ciertas especies de orquídeas (Ophrys fusca), cuyas raíces adquieren la forma de dos tuberosidades redondeadas, subterráneas, y dispuestas de manera tal que semejan un par de testículos, por ello se conoce a la planta como “compañón de perro” (testículos de perro). Es para destacar que los griegos, seis siglos antes de Cristo por lo menos, la llamaban “Cynosorchis” que significa lo mismo. Evidentemente, las infusiones de estas raíces siempre fueron utilizadas como afrodisíacos, o facilitadores de la procreación, aunque también se recomendaban “para evitar desfallecimientos que anonadan al hombre..” vuelo literario con el que los griegos señalaban la impotencia sexual.

Estas interpretaciones originalmente fueron hechas por pastores y campesinos de tiempos muy lejanos y transmitidas luego de degeneración en generación, con lo cual esta Teoría de las Signaturas aplicada de esta forma conllevaba un considerable riesgo, toda vez que dependía de la particular significación que se le hubiese dado a determinada parte de la planta, a veces curiosa y otras tantas risueña, como vemos a continuación.

Hay un género de musgos que se crían en las aguas, “..no en cualesquiera aguas...” sino en las más claras y frescas de los manantiales que fluyen sin demasiada turbulencia. Nuestros antepasados, consideraron que unos musgos que permanentemente están sumergidos en estas aguas tan puras y frías, debían ser eficaces para los cuadros de “calentura” (fiebre). El énfasis puesto en estas creencias debió ser tan elocuente que hasta el mismo Carl von Linné o Linneo, nominó a uno de ellos como “Fontinalis Antipyrética”. Sin embargo, aquéllas otras denominadas “lentejas de agua” (nuestro Lemna Minor), prefieren en cambio las aguas quietas de los estanques, y viven en la superficie, sin sumergirse. Ello fue interpretado entonces en el mismo sentido, es decir aptas para quitar el calor, pero no el febril, sino el venéreo; pues en un párrafo del libro “Tesoro de pobres”, mencionado en el Dioscórides, nos ilustra “....dice Alberto que tomes las lentejas que nacen por las acequias, májalas y sácales el zumo, úntate con él el miembro viril y los compañones, y los lomos, y no habrás de tener voluntad de mujer...”

Aún en los libros que describen minuciosamente estas “claves terapéuticas”, se desliza alguna que otra moraleja; así, leemos en la Materia Médica de Laguna escrita hacia 1540: “....Aquélla herbilla vulgar que en Castilla llamamos “Culantrillo de Pozo” (Coriandrum putei) porque crece en los pozos, y se parece al Culantro en las hojas ( se refiere al Coriandrum Sativum), la llamaron “Adianto” los griegos porque aunque llueva sobre ella, y se zahundan mil veces dentro del agua (cosa digna de admiración), jamás se le pega una gota, sino se muestra seca y enjuta; con lo cual se parece a ciertas doncellas constantes y virtuosas, que aunque mueran de amores de alguno de sus favoridos y se les salga el alma tras ellos, toda vía cuando los tienen delante los despiden con mil denuestos, quedándose del todo enteras e inmaculadas. Dígolo porque el Culantro de Pozo, no pudiendo vivir sino por las fuentes y albercas, no admite jamás las aguas en sí, de las cuales es muy sediento. Llamóse también “polytricho” y “callitricho” por la notable virtud que tiene de restituir y acrecentar los cabellos perdidos y de darles tinctura muy agraciada....”

En efecto, el Culantrillo, un simpático helecho con delicadas frondas que crecen hasta unos 30 cm. de alto corresponde al “Adiantum capillus–veneris” remedio homeopático de tropismo mas bien bronquial, aunque se ha ganado un reconocido prestigio en las afecciones del cuero cabelludo y del pelo, tan es así que la designación de “Capillus Veneris” que le dió Lucius Apoleius, (Platonicus) fue para comparar la cabellera de Venus con “..la mata de largos y lustrosos rabillos negros del culantrillo.” La palabra Adiantum, en realidad designa una “hierba verde todo el año” aunque el significado, paralelo en este caso, viene del verbo griego “diaino” : mojar, con la partícula negativa “a”, que la precede,.

Respecto a la peculiar signatura de la forma, tenemos en el fruto del nogal un digno representante. Dice el Dr.Leclerc, refiriéndose a las nueces: “.... los adeptos a la Medicina de las Similitudes encuentran un remedio contra las afecciones de la cabeza. Así, la cáscara verde de aquéllas representa el cuero cabelludo; la otra cáscara, dura y leñosa, corresponde a los huesos del cráneo; la película amarillenta o leonada que recubre la almendra equivale a las meninges, y la propia almendra a los hemisferios cerebrales..”.

A pesar del impulso que Paracelso le dio a esta Doctrina durante el siglo XVI, ( “....todo vegetal está señalado en la Naturaleza, y para lo que él nos significa, para aquéllo es bueno.” ) a medida que fue transcurriendo el tiempo, se fueron insinuando las primeras y cada vez mas profundas fisuras en esta teoría. Curiosamente, (no extrañamente) y en gran medida, las críticas mas acerbadas provenían de renovados escritos, cuyos autores eran los mismos que otrora la propugnaban.

Llegado este punto quisiera destacar dos hechos; uno es que esta teoría de las Signaturas también la tenían desde tiempo inmemorial los indios americanos, según refiere Pérez de Barradas en su libro “Plantas mágicas americanas” (“....Es extremadamente curioso, como en el siglo XVI el pensamiento de Paracelso, la gran figura de la Medicina europea, coincidió con el de los indios americanos sobre que una enfermedad se puede curar por aquéllo que tenga con ella alguna semejanza. Esto prueba que la Medicina europea no estaba tan adelantada como nuestro orgullo nos permite sospechar, ni la de los indios tan baja”.

Y por otro lado, según escribió M. de la Condamine en un artículo de 1738, titulado “Sur l‘arbre du quinquina” (Sobre la planta de la quina), “...los americanos deberían el descubrimiento de este remedio a los leones, los cuales en opinión de algunos naturalistas, padecían fiebre intermitente. Dicen que las gentes del país, habiendo observado que aquéllos animales rasgaban y comían la corteza de los quinos, la utilizaron contra las calenturas periódicas, bastante comunes en aquéllas tierras, y reconocieron su virtud saludable. De paso, añade el autor, indicaré que los leones de América son mucho menores que los de África, y del todo diferentes....”. (Evidentemente se refería a los pumas).

Como expresa el Dr. P. Font Quer en “El Dioscórides Renovado”, refiriéndose a que el supuesto mensaje que a través de signos declaran las plantas, carece de toda efectividad, no deja de tener en cambio, la importancia de haber sido un decoroso umbral como hipótesis de trabajo, y a la vez un acicate para investigar la verdad.

Tomando en cuenta esta propuesta y considerando también las analogías, me ha resultado muy útil investigar ciertos aspectos escasamente difundidos sobre las plantas medicinales que usamos como remedios, “para conocerlos mejor”. Les traje algunos ejemplos.

HYPERICO.

(Hypericum Perforatum, Corazoncillo, Hierba de las heridas, Militar o de los Mil Agujeros).

Cada una de estas denominaciones, obviamente tiene su significado; no escapando por supuesto a la Teoría de los Signos; así “Corazoncillo”, deriva de la peculiar forma de sus hojas; el hecho que presente además en toda su superficie unos puntos traslúcidos cuando se las mira a contraluz, le ha valido en otras regiones el nombre de Hierba de los Mil Agujeros y dado que el jugo de las flores trituradas es de color rojo sangre, en el siglo XVI el botánico John Gerard la bautizó como “Hierba de las Heridas”. Respecto al nombre Hierba de San Juan hay opiniones divididas; así hay quienes lo atribuyen a que precisamente en esa época, a fines de Junio está en plena floración, y otros lo asocian con los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Las virtudes atribuídas al Hypérico son innumerables, tan es así que su nombre original derivado del griego, es Hiper: sobre; y eikon: imagen; que corrobora su gran reputación como planta medicinal. Hypericum o Hypericon significa textualmente que está “por encima de todo lo imaginable”. Es para destacar que antiguamente su principal utilización fue durante las guerras, para consolidar las tremendas heridas y ulceraciones; de allí trascendió justamente el nombre de Hierba Militar. Recordemos que la indicación terapéutica precisa en Homeopatía, justamente está dada por los dolores que sobrevienen en el muñón de los amputados, o en aquéllas heridas desgarrantes, tanto en la palma de las manos como en la planta de los pies, sitios en donde abundan las terminaciones nerviosas sensitivas.

Por extensión, suele indicárse como preventivo en el tratamiento de conducto odontológico.

ELATERION.

Así como hemos visto una serie de características “signíferas” en ciertos vegetales, atribuídas en gran medida al vuelo imaginativo de diversos observadores, algunas plantas nos brindan otras más sofisticadas. Tal es el caso del Cohombrillo Amargo (Ecballium Elaterium) conocido como Pepino Salvaje, cuyo crecimiento se da entre los escombros, aunque próximo a las viviendas humanas, y que tiene dos tipos de flores, unas masculinas y otras femeninas, ambas de color amarillo alimonado. Estas últimas producen unos frutos parecidos a pequeños pepinos (de ahí el nombre), que crecen cabizbajos. Cuando maduran, es suficiente con rozarlos para que se yergan en el pedículo que los sostiene, y en forma súbita y violenta arrojen su genético contenido de simiente y zumo a considerable distancia. Por esta condición, los griegos la bautizaron “Elaterion” (el que arroja, dispersa o purga), siendo reconocida como un excelente “yuyo” para facilitar las depuraciones que buscan ser expulsadas del cuerpo humano; ya sean intestinales, de abscesos, forúnculos o cualquier tipo de hidropesía. Esa misma indicación terapéutica tiene el remedio homeopático.

STAPHISAGRIA.

(Albarraz) – (Delphinium Staphisagria).

Del latín, Herba pedicularia: Hierba piojera. Esta denominación ya se puede encontrar descripta en el Tomo V de la Flora Española, colección publicada en 1745. Allí se lee “.. que para combatir los piojos se reducen a polvo las simientes ( “polvo de capuchino” ) y se esparcen sobre las partes del cuerpo donde anidan los piojos, o se mezcla el polvo con manteca fresca, y es cosa prodigiosa ver como los piojos huyen, muriendo infaliblemente aquéllos mas torpes y perezosos...”. P. C. Palau, en su libro Plantes medicinals balearieques agrega: “...que convendrá mezclar (ese polvo) con almidón o talco con objeto de mitigar su acción caústica, favorecida por la humedad, y aún por el simple sudor”. Habrá que tomar en cuenta que Staphisagria está indicado, no sólo para la pediculosis del cuero cabelludo, sino también para la del pubis.

SARDONIA.

Planta de la familia de las ranunculáceas (Pulsatilla, Staphisagria, Clematis, Paeonia, Helleborus, etc.) que, salvo en dosis homeopáticas nunca debe ser utilizada por vía interma, es decir ingerida. Esta planta crece en abundancia en Cerdeña, por lo cual se piensa que su nombre Sardonia, indica justamente su origen “de Cerdeña” (la misma configuración idiomática se da a los nativos, que no son “cerdos” sino “sardos”). En un principio se la conoció como “Apiastri” (Apio Silvestre) por su parecido en las hojas, pero al poco tiempo este nombre popular fue modificado por el de “Apium Risus” dado que si se ingiere la planta, o tan solo se la prueba, provoca una torcedura de la lengua y los labios en una horripilante mueca obligada. Como es una planta venenosa, aquéllos que la comen se mueren riendo a regañadientes y mal de su agrado. De aquí deriva justamente la expresión “risa sardónica” para designar la risa falsa, es decir aquélla que como dicen los poetas no nace del corazón, pero también señala un estado clínico de extrema gravedad en los cuadros de infección tetánica. El medicamento homeopático derivado de la planta es el Ranunculus Sceleratus.

CLEMATIDE

(Clematis Vitalba). Es esta una vistosa planta ranunculácea, conocida también como Vigaraza, Violarria o Muermera, en las distintas regiones en donde crece; aunque universalmente se la designó desde la antigüedad como “Hierba de los pordioseros” o de los “andrajosos” (Erba dei cenciosi), pues resulta ampliamente conocido el efecto rubefaciente y vesicante de sus hojas frescas al pasarlas por la piel; hecho que aprovechaban los mendigos de la Edad Media para mancillarse el cuerpo hasta provocar llagas, con el único propósito de lograr la conmiseración de los fieles a la puerta de las iglesias. Es tan cáustica, que hasta no hace mucho era utilizada como método terapéutico revulsivo, sustituyendo a las cantáridas; las cuales justamente, se alimentan de un tipo de Clemátide, la variedad “Crispa”.

PHYTOLACCA.

Es ésta una planta de origen americano, mas precisamente de Virginia, en América del Norte. Fue llevada a Europa en el siglo XVIII, y desde entonces se la reconoce como “Hierba Carmín” porque las mujeres de todos los pueblos y terrenos en donde se cría, recogen el fruto cuando está bien maduro, y con el zumo que extraen de él, tiñen cordones, cintas y cofias de ese color. El mismo significado tiene la fracción “lacca” de su nombre, pues deriva del persa “Lak” y designa una resina de color encarnado oscuro, que se extrae de ciertos árboles de la India. El medicamento homeopático ha trascendido como el mas indicado para las anginas pultáceas; sin embargo, en un período anterior a constituírse las placas, las amígdalas presentan esta coloración característica, lo mismo cuando se trata de erupciones, o de aquéllas ulceraciones en sacabocados, típicamente sifilíticas.

DROSERA ROTUNDIFOLIA.

(Hierba de la Gota, Hierba del rocío)

Plantita insectívora que desaparece durante el otoño, para renacer en primavera. De tan corto, parece carecer de tallo; vale decir, crece a nivel del suelo. Sus hojas redondas (rotundus: redondo, redondeado; folia: hoja.) se extienden entorno a él, formando una pequeña roseta de la cual brotan numerosos pelos glandulares de color rojizo, cuyos ápices sutilmente engrosados y húmedos son de tonalidad mas oscura y brillan al sol como si fueran gotas de rocío(de allí el nombre griego de “drosos”). Estos “pelos” enhiestos sobre la superficie de la hoja en su parte central, se van recostando hacia afuera a medida que se alejan del centro, cayéndo como si fueran flecos en los bordes de la hoja. 

Cuando privaba la Teoría de las Signaturas, los efectos de esta planta se consideraban refrescantes, ya que ni aún el sol en plena época estival podía secar las “gotas de rocío” de sus hojas. Ello dio lugar a que Fournier, de la Escuela Francesa la denominase “Ros Solis” o Rocío del Sol. Sin embargo, cada vez que esta planta fresca y machacada en un mortero se aplicaba sobre la piel, provocaba un efecto rubefaciente, de tal suerte que tomando en cuenta esta concreta y desagradable experiencia, terminara siendo empleada para combatir los callos y las verrugas. Tan elocuente señal había sido sin embargo, mal interpretada. Otros médicos en cambio y por la misma época, prescribían la Drosera para tratar de mitigar la tos provocada por la tuberculosis laríngea. 

Algunos autores contemporáneos, H.L. Roux entre ellos, menciona que las ovejas y carneros que pastaban en terrenos bajos, solían intoxicarse con la ingesta de esta planta, desarrollándo un cuadro de tos pertinaz de tipo coqueluchoide, que terminaba en la muerte de estos animales. Estos hechos fueron los que motivaron esencialmente que Hahnemann y Jousset hicieran las primeras patogenesias, y que su utilización terapéutica habitual fuera como antiespasmódico; principalmente para combatir la tos de tipo coqueluchoide (convulsiva) de los niños. En los “Itinerarios Botánicos” de Javier de Arizaga escritos en 1785, pero publicados en 1914, se puede leer respecto a la Drosera Rotundifolia: “...las gentes del campo, la llaman “Hierba de la Coscoja” porque dicen que mata al ganado que la come, criándoles un gusano cuya figura en su forma adulta, se asemeja a la hoja de la coscoja.”(especie de encina achaparrada).

Efectivamente, este gusano al que Arizaga alude en ese relato, es uno de los causantes de la enfermedad conocida como Distomatosis y se trata de la Fasciola Hepática, parásito trematode del ganado (y del hombre) que en su ciclo biológico requiere un primer huésped intermediario, en este caso diversas especies de caracoles, en cuyo interior y luego de 30 días, nacen las larvas que se enquistan sobre plantas acuáticas (el berro, por ejemplo) o la Drosera, (que crece en terrenos pantanosos, estanques o turberas), para convertirse en metacercarias, su forma infectante. Al ser ingeridas estas plantas contaminadas, el parásito completa su desarrollo alojándose en el hígado del hombre o del animal, enfermándolo.

Los campesinos en esto, tenían razón.

RHUS TOXICODENDRON.

(R. Radicans, Roble Venenoso, Hiedra o Zumaque venenoso).

Se trata de un pequeño arbusto de aproximadamente 1 metro de altura, que crece en América del Norte. Habitualmente, el medicamento derivado de la planta, se adapta a personas con diátesis reumática, aunque el nombre de Hiedra Venenosa, ha trascendido porque el mas leve contacto de la piel con sus hojas provoca erupciones de tipo erisipelatosa, con vesículas llenas de serosidad, ardiente y pruriginosa.

Antiguamente y en algunos sitios, se conoció a esta hierba con el nombre de “Mala Mujer”, pues el Zumaque venenoso, era junto a las nueces del ciprés y ciertas excrescencias tuberosas de las encinas, uno de los principales componentes de un ungüento rosado, conocido burlonamente como “Pomada de la Condesa” o “Pomada Virginal” ya que se utilizaba en forma local como astringente, detallándo la Farmacopea de Madrid de 1838 que “..Se usa localmente para comprimir el esfínter que se halle dilatado”. Evidentemente se pretendía simular la presencia de un himen, solo intacto en el recuerdo.

Constricción de orificios. (820-2) - Constricción de recto.(387-1).

 

-Abuelita, para que tenés esos Diccionarios Etimológicos??

-PARA CONOCERTE MEJOR !!! dijo el lobo, relamiéndose. Y añadió:

-Veamos,....Caperucita,...diminutivo de caperuza, gorro amplio y flexible que cubre la cabeza

y el cuello. Humm...en francés, “petit chaperón”....en taliano, “cappucetto” ...en alemán,.......

Dr. Ricardo Jorge Alvarez.
Agosto de 2000.

 

Para conocerte mejor. (Trabajo de Investigación).

BIBLIOGRAFIA.

1.- El Arcano de las Plantas. - Paracelso

2.- Botánica Oculta. - Paracelso.

3.- Materia Médica Clínica. - Dr. Farrington.

4.- Repertorio de Síntomas. Kent en castellano, del Dr. F. X. Eizayaga.

5.- Introducción a la Materia Médica Homeopática. - Dr. H. L. Roux.

6.- Materia Médica Homeopática. - Lathoud.

7.-Guía de Plantas Medicinales. – Dr. Roberto Chiej.

8.-Dermatología Clínica. – Dr. Pablo Viglioglia.

9.-Materia Médica – Repertorio. – Dr. Boericke.

10.-La Salud por las plantas. – J. Poch Nogués.

11.-Plantas Medicinales. Dioscórides Renovado. – Dr. Pío Font Quer.

12.-Las Plantas Medicinales. – William A. R. Thomas, D. M.

13.- El Poder de la Magia. – Henry Grunwald.

14.- Materia Médica .- Dr. J. T. Kent.

15.-Plantas Venenosas.- Fantisek Stary.

16.- Colección de plantas Medicinales, Nº 1,2 y 3. - Edit. NETT. S.A.

17.- 90 Medicamentos Homeopáticos. – Dr. S. Hahnemann.

18.-Características regionales. - Dr. Nash.

19.- Diccionario Etimológico. - Joan Corominas.

20.- Diccionario Etimológico. – Guido Gómez de Silva.

21.- Diccionario Etimológico. – Sergio Sandoval de la Maza.

22.- Diccionario Breve de la Medicina. – Blakiston.

23.- Clínica Médica – Enfermedades Infecciosas y Parasitarias. Tomo IV – Dr. P. Pons.

24.- Diccionario Latino- Español. - Editorial VOX.

25.- Diccionario Griego- Español. - Editorial VOX.

26.- Farmacología Homeopática. – Blackwood.

27.- Farmacopea Homeopática Mexicana. - Dr. Luis Sandoval.






     
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