La concepción de la vida siempre fue importante porque no sólo marca la relación que hay entre los humanos y las demás especies, sino que además contempla indirectamente las relaciones entre seres humanos. El respeto por la vida y las otras especies y la tierra en general, va a tener su efecto respecto del trato que le demos al mundo y lo que hagamos con él; respecto de ello tienen una importancia nodal las filosofías y religiones (ambas tomadas en su aspecto de cosmovisiones).

Los Incas constituyeron una cultura ecológica por antonomasia, participaron de un culto que llega hasta nuestros días y que 500 años de evangelización Cristiana no pudieron desterrar el culto a la Pachamama, la madre tierra. Culto que hacía de la tierra y de sus criaturas seres iguales con idéntico derecho a ser conservados, por tener una naturaleza igualitaria en la creación en que el ser humano tenía absoluta responsabilidad de conservarla. Es común encontrar principios similares en otras culturas.

En nuestro mundo actual nace una mayor valoración de la naturaleza y de la vida animal, a partir de ver los desastres que hemos hecho. Con el desarrollo de la etología, el estudio de los animales los revela más cercanos a nosotros. Parecería que nuestros hermanos animales, como los llamaba San Francisco de Asís allá por al año 1200, los animales (los de compañía en particular) se van recortando del misterio de la naturaleza para incorporarse al mundo humano y nos hace repensar el lugar que ocupamos en la creación.

"Hoy todo el mundo admite que nosotros no somos los únicos seres con personalidad, con poderes racionales, capaces de altruismo de emociones como la alegría y la tristeza; ni los únicos seres capaces de sufrimiento mental o físico. Pero nuestro intelecto es hoy muchísimo mas complejo que hace dos millones de años cuando los primeros seres humanos se bifurcaron del tronco común hombre -simio y nosotros, solo nosotros, hemos desarrollado un sofisticado leguaje hablado…Gracias al lenguaje podemos plantearnos sobre quienes somos y porqué estamos aquí, algo que ningún otro ser vivo puede hacer y este intelecto tan desarrollado significa, de toda evidencia que tenemos una responsabilidad para con las otras formas de vida de nuestro planeta cuya existencia se ve amenazada por el comportamiento irresponsable de nuestra especie humana, independientemente de que creamos o no en Dios" sostiene la etóloga y bióloga Jane Goodall (1).

Un poco este concepto parece acercarse a algunos de la iglesia católica, que si bien tiene una fuerte impronta antropocéntrica, situando al hombre al margen de las demás especies de la creación como guardián de la naturaleza, lo supone un guardián noble. El Papa Juan Pablo II rescata que el respeto por los animales y la naturaleza en general es deseable por los efectos beneficiosos para las mismas personas ya que inculcan afecto y valores tales como el altruismo, la solidaridad, el respeto, etc.; todos ellos elementos fundamentales de la tenencia responsable de animales que nos hace mejorar como humanos.

Algunas interpretaciones del documento del Vaticano Gaudium et Spes (1965) visto a la luz de los conceptos científicos modernos, redescubren al universo como un todo y todos de sujetos interrelacionares con Dios presente en cada partícula viva, con la que el hombre algún día se unirá.

Todas estas reflexiones filosófico-religiosas nos sirven, para repensar nuestra relación con toda la vida, en general y los animales, en particular y como es el caso de nuestra página con las mascotas con quienes no debemos tener una relación de sujeto a objeto ni una piedad llorosa y boba; sino una actitud de profunda responsabilidad respecto a los seres que conviven con nosotros, dependen de nosotros y nos enseñan profundos valores que nos hacen mejores personas.+

 

Bibliografía
(1) Gracias a la vida. Jane Goodall y Phillip Berman. Ed. Mondadori, Barcelona, 2000.

Cuestiones Ecológicas y Compromiso Cristiano. R. Pacini. Ed. San Pablo, Caracas, 1994.

Una Orca llamada Belén. M. Menapace. Ed. Patria Grande, Buenos Aires, 1996