Sin lugar a duda, esta raza está entre las más estables de carácter, y es muy raro que se produzca un ataque a su propio dueño. Cuando así sucede, hay invariablemente un grave problema de manejo por parte de sus dueños. El desgaste orgánico que se produce con los años, va deteriorando todo el organismo, y la agudeza de los sentidos no es una excepción. Esto es válido no solo para todas las razas de perros, sino para todas las especies animales, incluyéndonos a nosotros mismos.
Puede darse el caso puntual, en que un animal, cualquiera sea su especie o raza, se encuentre más irritable por las molestias o el dolor provocado por una enfermedad. En casos muy raros puede ocurrir que una enfermedad que asiente en el sistema nervioso, fundamentalmente a nivel cerebral, cambie en forma directa el carácter del animal.
En cuanto al cerebro, este deja de crecer antes de la madurez total del perro. Por la importancia de sus funciones y la fragilidad de sus tejidos, está muy bien protegido dentro de esa caja de hueso, que es el cráneo. No sabemos cómo se originó esta fantasía, pero no guarda ninguna relación con la realidad. El cerebro nunca sigue creciendo ni en el Dobermann, ni en ninguna otra raza canina, es más, ni siquiera en ninguna otra especie animal.
Las lesiones cerebrales, ya sean por un traumatismo, un tumor, edema, o hemorragia, producen signos neurológicos claros, que indican que estamos en presencia de una patología seria que poco tiene que ver solamente con una alteración de carácter.