El concepto es similar al del punto anterior. Un baño por si mismo no va a afectar de ninguna manera la inmunidad del animal ni la respuesta del organismo a una vacuna.

Esta creencia viene de muchos años atrás, y probablemente se debe a que hasta hace unos treinta años era frecuente que aparecieran varios casos de Rabia animal  de vez en cuando, en incluso algunos casos de Rabia humana debido a la mordedura de un perro enfermo. Una vez instalada, esta enfermedad no tiene cura, lo cual producía un profundo temor en la población, y su presentación cíclica en los distintos barrios constituía una verdadera amenaza para la vida de todos. Los chicos, que solían pasar mucho tiempo jugando fuera de casa, eran víctimas frecuentes de mordeduras por su natural curiosidad e imprudencia. Esto se suma a la vieja  y mala costumbre de dejar a los perros sueltos para que vagabundeen a su antojo, con la excusa de que así “hace vida de perro”, o “se sabe cuidar solo” y otros tantos argumentos propios de un estilo de vida del pasado, que hoy no pueden ser aceptados por un propietario responsable.

Esta situación daba lugar a que los organismos encargados de la salud pública municipales, provinciales y nacionales actuaran con mucha energía, fundamentalmente de tres maneras: eliminación de perros callejeros, por intermedio de la famosa “perrera”, con la vacunación masiva de la población canina y felina, y por último con el inicio del tratamiento de las personas expuestas.

Ahora bien, las costumbres han cambiado bastante en estos años, y  lo referente al cuidado de las mascotas no es una excepción. Decirle a una  persona hace treinta ó cuarenta años que debía bañar al perro con agua caliente, secarlo con toalla y con secador, podría ser interpretado como un síntoma de locura. Era ciertamente una proposición absurda para la mucha de la gente de aquel entonces. Como era  importante que las vacunaciones masivas hicieran el mejor efecto posible, invariablemente la aplicación de cada vacuna iba acompañada del siguiente consejo - orden:  ¡No lo bañe por 10 días!... En aquel momento era lo correcto ya que un enfriamiento posterior a la vacunación, podría haber causado, como en todo estrés, que el organismo no respondiera correctamente a la vacuna.

Hoy, dado los cuidados y la forma de vida de muchas de nuestras mascotas podemos manejarnos de otra manera.





     

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